“Me siento muy decepcionado con el sistema de mi país,” comentó Joe Ibarra de 85 años de edad, al San Quentin News.
Ibarra es originario de Harlingen,Texas, pero sus padres son Mexicanos. Ibarra señaló las dificultades que enfrentan los reclusos de edad avanzada en las prisiones de California.
“Soy uno de los pintos más viejos en el sistema,” añadió.
Ibarra, junto con Ramón Pineda y Antonio Mancilla, de 74 y 76 años de edad respectivamente, han purgado más de un siglo en prisión por homicidio en segundo grado.
Una entrevista realizada en San Quentin a presos de la tercera edad, reveló que algunas de las limitantes más comunes para que estos presos sean encontrados elegibles ante la Comisión de Libertad Condicional (BPH—Board of Parole Hearings) son: la falta de perspicacia acerca del crimen, el carecer de apoyo familiar como resultado del fallecimiento de la familia inmediata y enfermedades que hoy los aquejan.
El BPH le ha negado su libertad condicional a Ibarra en 15 ocasiones por falta de entendimiento más profundo de su crimen. “Me piden que haga más programas, pero ya no se me pega nada, se me olvidan las cosas.” Como prueba de su gradual pérdida de memoria, Ibarra comentó con lágrimas en los ojos, “Después de 38 años en prisión a veces ni a mi familia reconozco. Mi hermano me visitó después de largo tiempo sin vernos y no lo pude reconocer hasta que se terminó la visita. Se fue con el corazón roto.”
“Half of the state’s foster-care population is made up of children with opioid-addicted parents,” reports Bloomberg according to Ohio Attorney General Mike DeWine, a Republican. BUSINESSWEEK.com Oct. 9, 2017
Al igual que Ibarra, existen cientos de reclusos que debido a su avanzada edad les es imposible aprender o retener información educativa que incremente sus posibilidades de obtener una fecha de salida.
Otro de los factores que limita a este grupo de prisioneros a obtener su libertad condicional es la falta de apoyo familiar y comunitario requerido por el BPH. “Durante los primeros años hice todo lo que estaba a mi alcance para obtener mi libertad, mientras contaba con el apoyo de mi familia. Sin embargo, eso no fue posible y con el paso de los años empecé a desilusionarme,” dijo Pineda.
En el año 2017, el BPH le negó 5 años. “Esta última vez me pidieron cartas de apoyo de mi familia. Me siento atorado en este lugar. Me es imposible conseguir el apoyo que me piden. Mi familia ya estaba avanzada en edad cuando torcí y ya han fallecido. Me siento frustrado porque de no cumplir prácticamente nunca podré salir de este lugar. Me piden algo que nunca podre darles,” comentó con visible frustración Pineda, originario de Sinaloa, México, y quien lleva 38 años en prisión.
Para empeorar su situación, la BPH requiere a presos como Pineda purgando una sentencia de vida comprobar por escrito un lugar de residencia (conocido en EE.UU como casa de transición) en su país de origen. Desafortunadamente, el no contar con alguna carta de éstas instituciones limitan aún más sus posibilidades de algún día obtener su libertad condicional. “Solicite una carta de aceptación a varias casas de transición y nunca recibí una respuesta,” enfatizó Pineda.
Además, con el paso de los años la salud física de Pineda se ha ido deteriorando. “Pienso que sería muy difícil pagar por mis necesidades médicas, como mi insulina y medicamento para mis reumas”. Pineda también mencionó, “hay días en que me pongo a reflexionar y pienso que sería mejor no salir de este lugar. Ahora solo saldría a dar lástima y a sufrir, aquí por lo menos me dan atención médica”.
Por su parte, Mancilla lleva 33 años en la prisión y le han negado siete veces la libertad condicional. A diferencia de Pineda, Mancilla cuenta con el apoyo familiar. En su pueblo natal, Colima, México, trabajo como chofer de camiones de carga y tractorista. Sin embargo, no tiene un documento que avale estas habilidades. Hoy “Me piden que les lleve una vocacional, pero como no tengo mi GED no puedo entrar a los talleres vocacionales. Se me hace difícil obtener mi GED por mis 76 años de edad, el idioma inglés y mi estado de salud física. Me enferme de cáncer en el estómago y deje de asistir a la escuela. Todavía, estoy bajo tratamiento.”
Después de ser diagnosticado con cáncer estomacal, Mancilla explicó, “se me ha vuelto muy difícil y muy cansado estar en la tabla y hablar de mi crimen. Me siento muy mal, el estrés emocional me debilita físicamente. Esta es una de las razones por las cuales he renunciado al derecho de estar presente durante mis últimas tres audiencias.”
Mancilla anhela poder salir de la prisión, reunirse con su familia, y volver a trabajar como chofer y tractorista. Sin embargo, su enfermedad le impide asistir a clases para obtener su GED y poder ser aceptado en alguna vocacional.
Por su parte, Pineda comentó, “Cuando tenía a la familia viva me interesaba salir y hacia lo que me pedían. Tenía la ilusión de ver a mis padres y cuidarlos. Hoy ya perdí la esperanza de salir libre.”
Ibarra tristemente externó, “cuando me encontraron elegible mi familia y amigos me compraron ropa y mucha comida para hacerme una fiesta. Yo regale todas mis pertenencias pensando que ya me iban a soltar. Pero el Gobernador me quitó la fecha de salida.” Frustrado, Ibarra añadió, “Fue como si me hubieran roto una promesa. Como si se me hubiera acabado el mundo. Como un perro cuando le quitan el hueso.”
Jorge Heredia and Marco Villa Contributed to this story
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