Por Tare Beltranchuc Reportero
Los hombres no lloran, aguántate como los machos, no seas maricón, no te dejes de nadie… Estas soy algunas expresiones comunes que los niños escuchan a temprana edad.
La socialización masculina inicia con las expectativas que la sociedad tiene de los hombres. Este proceso empieza desde el momento en que los padres se enteran del sexo del bebé. Al nacer los niños varones empiezan a ser formados en base a las expectaciones de una cultura machista.
Francisco Huizar 30 años, un preso en la prisión de San Quentin lo recuerda con claridad. “Cuando me lastimaba y lloraba, mis falsas amistades me decían ‘aguántate como los machos’, o te voy a dar algo para que (de verdad) llores. Los hombres no lloran”.
En muchas sociedades se enseña que la masculinidad, el ser ‘hombre’ implica no poder expresar emociones tales como dolor, tristeza, miedo y otras más. Sin embargo, el suprimir las emociones no es saludable.
“Cuando me lastimaba, me aguantaba especialmente cuando había otras personas alrededor”, dijo Huizar. “Cuando no se te permite expresar tus emociones corres el riesgo de lastimar a otras personas.”
En un artículo en la revista Psychology Today, la doctora Julie Shaw aborda el tema de la abrumadora presencia de hombres en las cárceles y se pregunta el por qué de ello.
‘Desafortunadamete, la sociedad enseña a los hombres explícita e implicítamente a no inhibirse cuando se trata de agredir”, escribe
Shaw. “Desde pequeños, a los niños se les enseña que la agresión y la violencia son parte de la hombría. La arrogancia es vista con logro mascuina; y la violencia – como un medio para defenderla, es a menudo celebrada”.
Las normas culturales de una sociedad machista espera que los hombres sean autónomos. Los padres enseñan a sus hijos varones que deben ser independientes.
“Las personas con la que me socializaba durante mi crecimiento me decían que los hombres resuelven sus propios problemas y no piden ayuda,” dijo Huizar. Él creció con la idea que debería ser autosuficiente, lo cual impidió que se beneficiara de la ayuda de otras personas.
Como parte de su socialización, Huizar, aprendió de su padre a ganarse el respeto de otras personas a través de la violencia e intimidación.
“Las malas influencias me enseñaron a no permitir que nadie me faltara el respeto. Si alguien me falta el respeto, tengo la obligación de hacer que me respete, lo cual implicaba el uso de la violencia física”. Huizar creció pensando que hacia lo correcto. Ahora entiende que no era respeto lo que le tenían, sino miedo.
Con frecuencia, los jóvenes que no cumplen con las expectativas de una sociedad machista enfrentan discriminación, insultos homo fóbicos y son ridiculizados no solo por otros jóvenes, pero también por sus padres.
Los padres contribuyen de una manera directa o indirecta a la socialización masculina al: educar a sus hijos de una manera diferente, establecer reglas distintas y tener expectativas diferentes.
“Por el momento no tengo hijos, pero en un futuro si los
llego a tener los educaría de una manera diferente en una forma puedan demostrar sus sentimientos y sus puntos de vista, dependiendo la situación que enfrenten en el momento. Que sean genuinos en su personalidad y tomen decisiones inteligentemente mirando diferentes ángulos de acuerdo a la situación o problema personal sin tomar la violencia como la primera alternativa, como es la creencia de una sociedad machista”, añadió Huizar.
Shaw asegura que es irresponsable socializar a los niños pensando
que no necesitan controlarse, que pueden lastimarse mutuamente sin consecuencia, que no es bueno actuar de manera respetuosa y tranquila con los demás.
“Debemos ser cuidados de no facilitar la violencia al pensar erróneamente que es parte de la experiencia masculina”, dice Shaw.