Más de dos docenas de sobrevivientes de crimen cruzaron las pesadas y cautivantes puertas de acero en San Quentin para enfrentar a prisioneros convictos de crímenes serios, incluyendo asesinato. Una de las conclusiones claves fue de que el diálogo de sanación es necesario para mejorar la comunicación entre sobrevivientes y ofensores.
El evento tomo lugar en Oct.27-28 en la Iglesia Protestante. Participantes incluidos prisioneros, víctimas de crimen y familiares de víctimas, fiscales y organizaciones del sistema penal.
Dina Phillips ha vivido el efecto del crimen en ambos lados.
“Hace más de 22 años mi mundo fue sacudido – no es dé que hubiera estabilidad alguna antes, pero esta fue mucho peor. Perdí a mi sobrina a los 2 meses de haber nacido y mi hermano de 16 años de edad fue enviado a prisión,” Phillips dijo.
“Escogí reprimir mis sentimientos y evadí cualquier conversación acerca de esa parte de mi vida. Esa era una muy sensitiva y destrozada parte de mi corazón y alma que yo no permitía a nadie mirar debido al miedo de ser criticada.”
Por casi dos años, Phillips sacó a todos de su vida, porque ella creía que nadie entendería su dolor, hasta que ella se puso en contacto con el director de Healing Dialogue and Action.
“Nunca ni en un millón de años me hubiera imaginado que había tantas personas afuera a quien les importó escuchar mi historia sin juzgar,” Phillips dijo. “Healing Dialogue and Action, Human Rights Watch, ARC (Anti-Recidivism Collation), Restore Justice y todos los hombres de San Quentin, todos ustedes son parte del camino a mi sanación.”
No fue la primera vez, dentro de San Quentin para Noelle Swan Gilbert. Ella asistió al evento del 2016.
Aunque Gilbert sabía que los reclusos estaban nerviosos, se sintió tranquila porque los hombres “(han) estado haciendo la ardua labor de trabajar en sí mismos mientras cumplen sus condenas.”
Gilbert sabía que la mayoría de ellos son también sobrevivientes de crímenes.
“Ellos son hombres valientes al confrontar sus pasados y al aceptar responsabilidad por sus crímenes,” Gilbert dijo. “Esto es más de lo que la mayoría de las personas fuera de prisión tienen el coraje de hacer.”
Con ojos llorosos, Anouthinh Pangthong dijo al recinto de casi 150 personas, “Estoy agradecido a la administración de la prisión estatal de San Quentin por toda la programación de autoayuda que ofrece, porque estos programas me ayudaron hacer el trabajo de introspección acerca de mi niñez para conectar los puntos de cómo y porque yo fui tan destructivo, provocándole la muerte a una persona inocente por la violencia callejera entre pandillas.”
Pangthong reconoció que él no puede cambiar el daño que ocasionó, pero “Yo pue-do cambiar cómo reaccionar hoy al estar al servicio de mi comunidad,” añadiendo, “Éste es el por qué hoy estoy aquí, como mi promesa hacia ustedes y a quienes lastimé y pasaré el resto de mi vida promoviendo la no-violencia.”
Pangthong hizo una pausa para contener sus emociones y terminó al compartir que después de 21 años tras las rejas, fue encontrado elegible para salir bajo libertad condicional.
Después, todos los participantes del simposio formaron siete grupos pequeños.
Los círculos proveyeron espacio para que cada persona hablara o escuchara las desgarradoras historias sobre cómo se siente ser un ofensor o sobreviviente de crimen.
Un sobreviviente dijo, “Durante todo el proceso desde el asesinato de mi hija y nieta, a mi familia y a mí nunca se nos preguntó sobre nuestras necesidades. Me sentí sin apoyo y utilizado por la oficina del fiscal. A-nhelábamos el apoyo emocional. En su lugar nos sentimos presionados para asegurar la más larga condena posible contra la persona quien asesino mis seres queridos, como si esto fuese ayudar a mi familia y a mí a encontrar la paz que desesperadamente necesitábamos.
“Así de que mi esposa y yo tomamos la oportunidad de este simposio del diálogo de sanación para ver qué nos ofrece este proceso para continuar encontrando clausura en nuestras vidas.”
Para pintar un retrato de sus queridos difuntos, los sobrevivientes compartieron la personalidad de esos seres queridos que perdieron a manos de la violencia. Ellos hablaron acerca del amor a sus seres queridos, sus metas en la vida y su actividad favorita durante reuniones familiares.
La sobreviviente Nora Agredano más tarde revelo, “Al sentarme con los maravillosos hombres de San Quentin y contar mi historia, ellos escucharon con intensidad, y ellos estuvieron muy pendientes con mi bienestar. Se tomaron el tiempo para asegurarse que yo estuviera bien por el resto del día.
“Escuche la historia de cada hombre y que los trajo a este lugar con intensidad. Escuche (el) cuán lejos cada uno de los hombres ha recorrido para llegar al punto donde ellos ven cual daño ellos han causado y su deseo en contribuir a la sociedad. Cada hombre ha trabajado muy duro para lograr ser el maravilloso hombre en quien ellos ahora se han convertido. Yo estoy muy orgullosa en llamarlos mis amigos.”
A pesar del hecho de que los sobrevivientes y reclusos eran completos extraños, los reclusos dejaron salir sus encrudecidas emociones sin restricciones.
Eusebio González compartió la historia de su niñez.
“Nunca conocí a mi padre, y mi madre me abandonó por irse con su novio cuando yo tenía 4 años de edad, dejándome con mis abuelos. No la he mirado desde entonces,” González dijo. “A los 14 años de edad mis abuelos me enviaron a vivir con parientes aquí en los EE.UU., en donde nunca me enviaron a la escuela.
“Durante mi crianza mire a mi abuelo y tíos beber alcohol para cubrir sus sentimientos y emociones. Yo seguí sus pasos e implemente su sistema de creencias de que los hombres controlan-el-uso-del alcohol y no al revés.”
Mariah Lucas más tarde reflexiono diciendo, “Yo siento que como víctimas y sobrevivientes somos cons-tantemente relegados al olvido cuando se trata del sistema penal – nuestras preocupaciones, nuestras necesidades, y nuestras voces no le importan a nadie. Sin embargo, ir a la prisión y compartir mis experiencias con otras víctimas y con los hombres quienes han creado victimización y ser capaces de llegar a una mutua conclusión que necesitamos más acción, yo me sentí validada y escuchada.”
Lucas añadió, “Durante el simposio también llegamos a un acuerdo mutuo que necesitamos un camino que podamos recorrer juntos para remover la barrera que la sociedad a impuesto entre la relación de la víctima-ofensor así para poder unirnos y crear un mejor camino de sanación unificado, y nosotros poder derrumbar la actual creencia que estos grupos devén permanecer separados el uno del otro.
“Continuando hacia adelante no podemos mirar a las personas como criminales y como víctimas. Nosotros necesitamos mirarlos como sanadores, personas que quieren trabajar juntos para crear una paz común, una que todos anhelamos, una por la que todos soñamos. En el simposio de San Quentin, se nos dio la oportunidad para hacer esos sueños una realidad.”
La sobreviviente Jody Ketcheside reflexiono del evento, “Como sobrevivientes de homicidio, se nos pregunta constantemente el compartir nuestras historias. Algunas veces esto es en un esfuerzo para educar, algunas veces para ayudar a legisladores entender los desafíos y deseos de los sobrevivientes. Algunas veces esto es para vincularse con los hombres en prisión, trayendo entendimiento y sanación para todos nosotros, y algunas veces esto es para crear cambio positivo en un sistema que lo necesita muy desesperadamente.”
La siguiente mañana todos se abrazaban con amabilidad, empatía y cariño.
El momento culminante del día llegó después de que los grupos pequeños se reunie-ron después de hacer una puesta en común de ideas y sugerencias en cómo satisfacer mejor las necesidades de los sobrevivientes. Un portavoz fue escogido de cada grupo pequeño para informar acerca de sus sugerencias. Asombrosamente, la sugerencia número uno para dar comienzo al dialogo de sanación —proveer comunicación entre sobreviviente y ofensores. Clare Senchyna reflexionó, “En el segundo día los reclusos en mi círculo expresaron que ellos esperaban que nosotros los sobrevivientes estuviéramos bien después del día anterior, ya que ellos temían nuestro trauma hubiera sido re-activado. Yo les conté como estaba reflexionando mientras manejaba a San Quentin esa mañana lo mucho más ligera que me sentí, que haber participado en el círculo el día anterior me había dado ese regalo, que yo sé que tengo todo el derecho de sentir odio y coraje y rabia hacia la persona quien asesino mi único hijo. Pero eso en sí mismo es una tan pesada carga de soportar, y el haber pasado el día anterior con ellos, esa carga fue aligerada un poco.
“Yo participe en estos círculos para ayudarme a continuar viviendo, para tranquilizar los demonios que aparecieron después de la muerte de mi hijo. Esto ha sido una de las formas más terapéuticas para encontrar paz. ¿Quién lo hubiera pensado? El estar en un círculo con esos quienes han cometido homicidio y esos quienes han sido victimizados, y por momentos darme cuenta que todos nosotros hubiéramos podido estar en los mismos zapatos. Todos somos humanos imperfectos compartiendo nuestra humanidad común. Nosotros no tene-mos esa oportunidad muy seguido en el mundo diario.”
Jody Ketcheside también reflexiono, “De esa sesión de la puesta en común de ideas y sugerencias salieron ideas para ayudar a las personas encarceladas tener acceso a los servicios para víctimas, ayudar a sobrevivientes tener acceso a información para aliviar sus preocupaciones con respecto a la libertad condicional, y una oportunidad para muchos sobrevi-vientes de poder hablar sobre como la mayoría de nosotros no queremos prisiones que son dirigidas punitivamente y nuestra preocupación con el proceso del sistema penal desde el comienzo de los procedimientos en las cortes.
“En este diálogo de sa-nación yo pude expresar mis sentimientos en como los sobrevivientes son tratados en corte y como somos entrenados para odiar al acusado y cuán inquietante eso era para mí mientras yo estaba intentando encontrarle sentido a algo tan sin sentido. Nosotros no podemos aprender el uno del otro si nos tenemos miedo.”
Gilbert reflexiono, “Yo estaba increíblemente conmo-vida con las conversaciones que nosotros tuvimos dentro de mi círculo pequeño. Nosotros establecimos una casi inmediata confianza mutua, quizás por nuestras experiencias compartidas o tal vez por la manera en que el día fue organizado. Nosotros pudimos dejar nuestras historias desarrollarse al natural, de manera más orgánica, envés de comenzar con el crimen. Esto nos permitió comenzar con el lado humano de nuestras historias, lo cual nos ayudó para conocernos uno al otro como personas primero.”
El evento no solo impacto las vidas de los sobrevivientes presentes pero también las vidas de sus familiares ausentes.
Una de las sobrevivientes, a quien le asesinaron un hijo dos años antes del evento de este simposio, comento que ella estaba escéptica al venir a San Quentin. Sin embargo, al final del primer día, ella había cambiado su pensar, diciendo, “Antes de venir a esta reunión yo pensaba acerca de los presos como si fuesen monstruos. Después de escuchar sus historias, yo pude ver su humanidad y arrepentimiento por los crímenes que ustedes han cometido. Yo pude sentir sus emociones lo cual me ayudo a cambiar mi percepción acerca de los prisioneros.”
Al final del primer día, ella compartió su experiencia con una de sus hijas quien le había aconsejado no venir a San Quentin.
“Después que yo le conté a mi hija sobre la tan poderosa experiencia que tuve, ella estaba intrigada y le gustaría tomar parte del proceso de este dialogo de sanación la próxima vez que la oportunidad se presente.”
Gilbert compartió que los simposios son un paso importante para que las personas independientes y oficiales encargados de la seguridad pública, “entiendan que los sobrevivientes y personas quienes han cometido un crimen violento, están conectados por el dolor. Dolor es dolor. Nosotros necesitamos reconocer esto para comenzar a sanar y para ser un mejor sistema de apoyo para los sobrevivientes de crimen violento. Existe dolor en ambos lados de un crimen, y este va más allá de las familias inmediatas por años, y el dolor no acaba con una sentencia en prisión.”
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