Alberto Mendez sufrió abuso emocional y físico desde muy temprana edad. En su hogar, su padre lo golpeaba con un palo, cinturón o lo que tuviera a la mano.

“Cuando me estaba golpeando me decía que era un bueno para nada. A los nueve años me fui de mi casa porque creí que mi padre me iba a matar a golpes”, recuerda el hombre de 62 años, de los cuales lleva 29 años en la prisión.
El abuso continuaba en la escuela, en donde sus compañeros le hacían comentarios hirientes. “Me decían que era feo y que los espantaba. Incluso mis propios hermanos se burlaban de mí porque era muy moreno. Llegue a pensar que no valía nada porque todos me maltrataban”.
Con el paso de los años, Mendez se volvió susceptible a todo comentario. Aun si era positivo, lo interpretaba como una crítica negativa. “Crecí pensando que todos querían hacerme daño y desconfiaba de todos, como resultado desarrolle una actitud agresiva”.
Estas experiencias negativas contribuyeron a que tuviera una baja auto- estima, lo cual provocó que se involucrara en muchas peleas. Mendez tiene seis acciones disciplinarias (115’s) por golpear a otros presos.
Profesionales de salud mental afirman que las experiencias y mensajes que recibimos a temprana edad tienen un significado importante porque son internalizados como verdad. Lo que una persona escucha, observa y experimenta en la familia, escuela y comunidad influye en el concepto que se tiene de sí mismo.
La psicóloga y doctora Lars Madsen menciona que la baja auto-estima frecuentemente se origina del abuso experimentado durante la niñez y de las situaciones estresantes de la vida como maltrato de padres y maestros, hostigamiento y otras.
Guadalupe Aranda, de 60 años, de los cuales lleva 33 años en prisión, vivió una situación similar.
“Desde muy pequeño tuve una imagen muy pobre de mí mismo como resultado del abuso que sufrí”, dijo. “Mis tíos con los que vivía, me decían que era un tonto, que nada hacía bien, que no era lo suficiente bueno, y me sentía que no pertenecía”.
De acuerdo al Dr. Stanton E. Samenow, en la publicación Psychology Today, la baja auto-estima ocasiona que una persona se enfoque principalmente en lo que hace mal. Estos individuos tratan de probarse a sí mismos que su auto-percepción es correcta.
“llegue a creer que era una persona sin valor”
Los mensajes negativos
que Aranda escuchó y
experimentó durante su
niñez lo llevaron a tener una
opinión de inferioridad en
relación a otras personas.
Aranda mencionó, “cada
vez que cometía un error me
decía a mí mismo que era un
tonto y llegue a creer que era
una persona sin valor”.
La doctora Madsen comenta que los efectos de la baja auto-estima afectan nuestra vida adulta negativamente.
Aranda dijo que “el haber sufrido hostigamiento contribuyó a que tuviera una personalidad muy sensible. Los comentarios de otras personas me herían y utilizaba la violencia física para defenderme”, agregó. “Mis tíos siempre me incitaban a pelear”.
Aranda comentó que su baja auto-estima fue un factor que lo llevo a tomar malas decisiones, permanecer en relaciones destructivas, e incluso a recurrir al uso de sustancias adictivas.
“A pesar que la baja auto-estima fue un factor que contribuyó a que le quitara la vida al Sr. Víctor Armendáriz, asumo responsabilidad total por mis acciones negativas”, dijo Aranda.
Para Mendez, el reconocer su problema de autoestima le ha cambiado la perspectiva. “Ahora entiendo que mi valor no depende de lo que otras personas piensen o digan de mí. Entiendo que no puede cambiar las experiencias del pasado, pero si puedo cambia la opinión de mí mismo”.