
El Salvador se convirtió en un país donde el actual presidente, Nayib Bukele, pudo postularse y ser electo por segunda vez como presidente a pesar de estar violando una prohibición constitucional.
Históricamente, El Salvador, ha sido uno de los países más violentos de América Latina, pero durante su primer mandato, Bukele, hizo construir una mega prisión y puso tras las rejas a 75,000 presuntos pandilleros y de esa manera bajó la tasa de violencia. Según reporto Andrés Oppenheimer del Heraldo de Miami.
De acuerdo a la Constitución del país, un presidente no puede reelegirse por segunda vez, pero en el primer periodo de Bukele, además del combate a las pandillas, hubo una baja de homicidios de un 93.3 por ciento y eso le bastó para ser electo por voto popular.
En ese primer periodo, Bukele, cambió las reglas para poder reelegirse y los resultados de la elección le dieron una mayoría casi absoluta en el Congreso salvadoreño.
“Sería la primera vez que en un país exista un partido único en un sistema plenamente democrático”, dijo Bukele al celebrar su triunfo.
La popularidad de Bukele trata de justificar su reelección comparando datos del exmandatario Salvador Sánchez Ceren, quien al término de su mandato del 2014 a 2019 con un registró más de 23,000 homicidios y los 4,300 homicidios registrados durante el primer periodo de cinco años de Bukele, según datos de Prensa Latina.
Según una encuesta de la organización Latinobarómetro, en la que participaron residentes de 17 países de Latinoamérica, el 48 por ciento de los encuestados creen que, “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”.
Tal vez sea por todos estos datos, incluyendo la reducción de los crímenes, la prevalencia de la corrupción y la volatilidad de la economía, que en Latinoamérica haya aumentado el apoyo a candidatos mesiánicos. Al respecto, el periodista Oppenheimer, cuestiona si “puede haber una democracia sin oposición”.
De acuerdo al periodista, críticos del presidente de El Salvador comentan que hay acuerdos con los jefes de las pandillas para limitar la violencia, pero que los delincuentes continúan manteniendo poder y control.
Otro problema es que a inicios del 2022, muchas personas en El Salvador fueron encarceladas injustamente por el gobierno bajo un “estado de excepción”.
Jóvenes salvadoreños fueron encarcelados por las autoridades solo por su aspecto de pandilleros, se registraron violaciones a sus derechos humanos, incluidos casos de desapariciones y torturas sin motivo alguno, de acuerdo el grupo defensor de derechos humanos Human Rights Watch.
Debería encenderse una luz roja para América Latina, que ha dado suficientes ejemplos de que el poder en exceso todo el tiempo daña a sus ciudadanos y como lo recuerda Oppenheimer, “las dictaduras suelen terminar mal”.