Por Daniel López Reportero
Después de pasar cuatro décadas en prisión, Joe Ibarra de 86 años, quiere hacer historia.
“Quiero llegar a los 120 años”, dijo desde la casa de transición en la que se encuentra desde febrero de 2019, cuando finalmente obtuvo la libertad.
“No me querían dejar salir. Mi sentencia fue de 15 años a cadena perpetua y me llevaron 40 años, ¡fíjate que crueldad!”.
Para Ibarra, salir de prisión ha sido como volver a nacer. “Parece que nací ayer… Esta bonita la vida”, dijo. Sin embargo, se ha enfrentado a un mundo en el que “la gente va caminando y hablando sola por la calle” y adaptarse no ha sido fácil.
“Salí sin documentos, perdí mi fe de bautizo, mi acta de nacimiento, seguro social. He tenido que batallar para agarrar mi ID de California”, contó. “Fui a la oficina de libertad condicional y me mandaron a otra oficina; me dijeron que tengo que demostrar que soy ciudadano, si no me van a quitar la ayuda”.
“Hace poco agarré mi seguro social para poder recibir ayuda de $600 dólares, que no ayudan mucho”, dijo Ibarra.
Ibarra participa en un programa de reinserción para personas recién liberadas de prisión en Los Ángeles. El programa es dirigido por la Hermana Teresa y les brinda diversos apoyos para evitar la reincidencia. Por lo regular, a las personas que salen de la cárcel se les da una pequeña fiesta de bienvenida con galletas y pastel.
Joe Ibarra
File Photo
Para una persona conde- nada a cadena perpetua, la posibilidad de salir de prisión es muy difícil. ya que tiene que mostrar que se ha reha- bilitado por completo.
El gobernador de Califor- nia tiene la facultad para con- gelar la pena de muerte, darle un perdón, reducir la senten- cia a un prisionero o también vetar la salida a una persona que ha sido elegible para salir en libertad condicional.
Un artículo Los Ángeles Times dice que en su primer año de gobierno Newsom ha vetado la salida de más de 46 personas encarceladas
Uno de estas personas es Raúl Higgins, de 61 años, quien fue arrestado en 1998 y condenado a 15 años a ca- dena perpetua.
Higgins dice que la prim- era vez que estuvo enfrente del panel de libertades condi- cionales (Board of Parole Hearings) le negaron la liber- tad y le dijeron que regresara en tres años, pues no tenía entendimiento sobre lo que lo llevo a cometer el crimen ni entendía el impacto que éste había tenido.
La segunda vez que apare- ció frente ante el BPH llevo varias notas favorables de los programas de rehabilit- ación en los que participado, así como un curso de Braille para ayudar a las personas ciegas.
“Esa vez me negaran cinco años porque no mostraba entendimiento sobre la raíz de mi crimen, además de no mostrar remordimiento”, dijo Higgins.
El 30 de mayo del 2019 Higgins se presentó ante la BPH por tercera ocasión. “Entré a la sala nervioso pero confiado porque me había preparado mucho. Después de seis horas y media de preguntas y respuestas los comisionados del panel me encontraron elegible para salir en libertad condicional”, dijo.
“Me sentí sorprendido; como que no lo creía, estaba muy impresionado. Salí de
Ibarra recordó lo difícil que fue el proceso para obtener la libertad. Cuando compareció ante el Panel de Libertad Condicional (Board of Parole Hearings) le negaron su salida porque en la opinión de los comisionados, él no mostraba remordimiento por sus acciones, además de que tenía mal récord en prisión.
Sin embargo, en su penúltima audiencia, el panel lo encontró elegible para salir, pero poco después el gobernador vetó su salida.
“Me deshice de todas mis pertenencias, y una vez que el gobernador me quito el día sentí como que me apagaron las luces y solo me di valor, porque no me quería morir aquí como todos mis amigos”, dijo Ibarra.
Finalmente Ibarra salió en libertad el 14 febrero del 2019. ‘El día de los enamorados”, recordó.
Él quería quedarse en San Francisco porque es donde pasó el mayor tiempo de su vida, pero lo mandaron a Los Ángeles.
En la casa de transición donde fue hospedado les ayudan a conseguir empleo, pero Ibarra dice que están enfocados en gente joven. “Yo podría buscar trabajo en la construcción pero dicen que estoy muy viejo… Yo no me siento viejo, hago ejercicio, camino diario, pero es difícil”, añadió.
Ibarra dijo sentirse asustado pero contento de estar fuera de prisión. Sin embargo, hay algo que extraña de sus días en San Quentin.
“Extraño a mis amigos de la prisión. Aquí la gente es diferente, aunque gracias a Dios estoy libre y contento ahora le pido a Dios que me permita vivir hasta los 120 años”, dijo Ibarra.