Deportados después de salir de prisión.
Después de pasar casi tres décadas de mi vida en la prisión, finalmente recuperé la libertad.
libertad. El 2 de diciembre del 2020 salí de la prisión de San Quentin. Apenas había llegado a la oficina de salida cuando fui abordado por un agente de inmigracion.
Después de las preguntas de rigor tales como nombre, fecha de nacimiento, nacionalidad y cuantos años había permanecido en los Estados Unidos, me esposaron de pies y manos, y me subieron a una camioneta van que me transportó al Centro de Inmigracion en San Francisco, California.
El agente de inmigracion en San Francisco me volvió a hacer las preguntas que previamente me habían hecho, con la excepción de preguntas adicionales como los nombres de mis padres, cuánto tiempo había permanecido en los Estados Unidos antes de mi arresto, por cual frontera había cruzado a la Unión Americana, en que trabajé, nivel de educación y varias otras preguntas que ni siquiera recuerdo.
Mi preocupación era cuál sería mi destino, ya que por los problemas del COVID ignoraba si me deportarían inmediatamente o sería llevado a un centro de inmigración en espera de ser deportado.
Después de todo el interrogatorio, me decidí a preguntar al agente cuál era mi situación. Él me contestó, “bueno, si quieres ser deportado mañana mismo estarás en México, solo tienes que firmar tu deportación voluntaria”.
La verdad es que ni siquiera lo pensé y le dije, “¿dónde firmo?”. El me dijo que sacaría mi archivo y en unos minutos me traería el formulario que tenía que firmar.
La espera no fue fácil. Pasaron un par de horas antes de que el agente volviera con los papeles que tendría que firmar. Una vez terminado ese trámite, fui llevado a un cuarto para esperar a quién me llevaría hasta la frontera.
Cuando llegó la hora, otros agentes me entregaron lo que llevaba conmigo y me hicieron firmar un recibo por un cheque con el monto del dinero que tenía en mi cuenta dentro de la prisión.
Después de eso, ahora si estaba de camino hacia la frontera. Los oficiales de inmigracion hicieron varias paradas en centros de inmigracion. Estos lugares pasan desapercibidos porque no tienen ningún rótulo o algo que los identifique como tal.
Tras cinco o seis paradas detuvieron a un paisano de nombre David, a quien según supe, lo arrestaron poco antes e iba también a ser deportado.
David me comentó que ni siquiera le habían dado la oportunidad de contactar a su familia. Me dijo “no traigo dinero y no sé cómo me iré para mi casa”.
Yo me sentía un poco confiado en ese aspecto, pues traía el cheque que me habían dado y por lo menos me serviría para pagar un boleto de autobús y llegar a mi destino.
Finalmente a las 6 de la mañana nos encontrábamos esperando que se abriera la puerta de la garita mexicana para poder ingresar a territorio mexicano.
En México una agente nos recibió muy amablemente. Me preguntó por mi nombre, fecha de nacimiento, lugar de origen, nivel de educación y cuánto tiempo había permanecido en los Estados Unidos.
Después me tomó una foto e imprimió una hoja con mi información, la cual me serviría para viajar a mi destino final. Me dio indicaciones y me dijo “siga esa línea, al final le estarán esperando”.
Caminé por dicha línea unos 100 metros y al final, como me había indicado, había varias personas las cuales me tomaron la temperatura y me hicieron preguntas acerca de si tenía síntomas de COVID. Me dieron un desayuno el cual consiste en un sándwich, un jugo y una fruta, además de un kit con artículos para la prevención del Covid.
Después de varias preguntas me dieron un teléfono celular para que pudiera llamar a mis familiares. Al momento yo solo tenia el numero de un amigo que tengo en Tijuana para que me recogiera en la garita.
Mi amigo me llevó a su casa. Me preguntó si traía dinero para poder viajar y yo le dije que sí que traía un cheque y que solo tenía que cambiarlo. Con ese dinero, le dije, viajaría a la casa de mi hermano en la Ciudad de México.
Mi amigo me llevó a desayunar. Luego me llevó a varios lugares para cambiar el cheque, pero en ninguno de ellos pude cambiarlo debido a que era de los Estados Unidos.
Me sentí un poco molesto y a la vez preocupado porque no sabía cómo le haría para viajar sin dinero. También me sentía un poco triste porque mi ilusión era no decir nada y solo llegar a casa y darle la sorpresa a mi familia.
Yo seguí con la misma idea de darle la sorpresa a mi familia. Así que llamé a un amigo que me envió dinero y así pude comprar un boleto de avión y viajar a casa.
La bienvenida fue más que grata ya que pude abrazar a mi madre a quien no veía por más de 30 años, a mis hermanos los cuales dejé cuando eran unos niños y ahora ya son grandes y tienen sus propias familias.