La Junta de Supervisores de la Ciudad de San Francisco aprobó recientemente una resolución que pretende humanizar el lenguaje que se utiliza para referirse a las personas que han estado encarceladas y que tienen antecedentes criminales.
La resolución 336-19 reconoce el impacto dañino del lenguaje peyorativo y urge la ciudad a adoptar un lenguaje que anteponga a la persona o al individuo antes que sus antecedentes criminales.
En la justificación de la resolución, los supervisores reconocen que el lenguaje que enfatiza los antecedentes criminales sobre el individuo ‘mina, devalúa y deshumaniza’ a las personas, en tanto que palabras como ‘prisionero’, ‘convicto’ ;preso’, ‘delincuente’ solo sirven para obstruir y separar gente de la sociedad y hacer que la institucionalización del racismo y la supremacía aparezca como normal.
En este sentido, la resolución propone sustituir el uso de términos como prisionero o preso, por ‘personas encarceladas’. Para una persona que salió de prisión y que está en libertad condicional, se propone usar ‘una persona que estuvo encarcelada’ o ‘una persona que está en libertad condicional”.
La resolución propone evitar el uso de términos como ‘ofensor’, ‘traficante de drogas’ o ‘delincuente juvenil”. En su lugar sugiere usar términos como ‘un persona convicta por un delito grave’ “una persona convicta por traficar drogas’, ‘un joven con un problema con la justicia”.
La junta de supervisores reconoció que uno de cada cinco californianos tienen antecedentes criminales y el lenguaje es a menudo asociado con estos antecedentes que tienen un efecto negativo en la persona
El debate parece ir más lejos que solamente modificar el lenguaje ya que muchos de los individuos encarcelados opinan que el adjetivo no es importante cuando el sistema judicial sigue enviando personas a la cárcel con sentencias exageradas. Cambiar el lenguaje con que se refieren a ellos no alivia el abuso indiscriminado contra las personas de color.
Otros opinan que es importante porque de esta manera las personas se pueden sentir más humanos y que es importante que la ciudadanía no se olvide que las personas en prisión todavía tienen una identidad y son seres humanos.
En una encuesta informal a 130 personas encarceladas en San Quentin, las opiniones están divididas: El 45% de los encuestados prefieren ser llamados personas encarceladas mientras que el otro 55% opina que el nombre no les beneficia en nada. “Después de todo es lo que somos, presos”, dijo uno de los encuestados quien no quiso ser identificado.
La resolución adoptada por la junta de supervisores enumeró nueve categorías diferentes que serán modificadas, estas son:
1. “Persona formalmente encarcelada”, “envuelto con la justicia”, no “criminal” o “ofensor”,
2. “Persona en libertad condicional”, o “persona bajo supervisión” no “parolee” o “en probación”
3. “Persona encarcelada” no convicto o prisionero.
4. “Persona convicta por drogas”, no “traficante de drogas”
5. “Persona convicta por un delito serio”, no “ofensor violento” o “ofensor violento serio”
6. “Persona” o “individuo”, no residente que regresa a la comunidad o “extranjero ilegal”
7. “Persona convicta de una ofensa criminal” no “criminal”
8. “Persona joven impactada por el sistema judicial” no “ofensor juvenil” o “delincuente juvenil”
9. “Persona con una historia de uso de sustancias” no “adicto” o “adictos a las drogas”.