“Las mujeres maduran más pronto que los hombres” esto es algo que escuche con frecuencia al ir creciendo. Cuando reflexiono acerca de mi niñez y de los hombres con quien me he asociado, es fácil de darme cuenta de la veracidad de este comentario.
Recuerdo a mujeres que han tenido que criar a sus hijos por si solas y me preguntaba dónde estaba el padre en ese momento.
¿Amaban estos padres a sus hijos? ¿Dejaron estas mujeres a sus esposos por abusadores así como mi madre dejo a mi padre? Quizás sus hijos terminarían como yo en prisión.
Es un hecho que mis propios hijos se hagan las mismas preguntas que me hice acerca de la ausencia de mi padre. Por lo consiguiente, al comenzar mis 21 años en prisión, no me considero diferente a otros hombres.
Cuando miro alrededor de la yarda de San Quentin, no me sorprendo al mirar esas figuras paternas que buscaba al ir creciendo. Hay un gran número de hombres de avanzada edad detrás de estos muros de la prisión, y muchos de ellos han estado encarcelados por 20, 30, o hasta 40 años.
Cuando estuve en la prisión estatal de centinela desde el año 2001 al 2007, me di cuenta de una familia de cuatro: dos hijos, un padre, y un tío con sentencias de vida por seguir un sistema de creencias que los llevo a la prisión.
Ahora hay una afluencia (flujo) de gente joven llegando a la prisión. Muchos de ellos ni siquiera habían nacido cuando yo comencé mi sentencia en prisión. ¿Le echo la culpa a mi generación por no haber sido lo suficientemente responsable para romper este ciclo de prisión?
Por un tiempo creí en el engaño de las pandillas, ahora me avergüenzo de decir que seguí ese mismo sistema de creencias erróneas.
Se me hace difícil no culpar a mi generación anterior; sin embargo, prefiero encontrar una solución para que logremos tomar responsabilidad por nuestras acciones y de esa forma o de alguna otra forma romper este ciclo de encarcelamiento.
No obstante, a mí me tomo mucho tiempo para madurar mi forma de pensar y apreciar la vida, espero que a los hombres que conozco y que se hacen llamar verdaderos hombres se den cuenta del peso enorme que le hemos impuesto a las mujeres maravillosas de nuestras vidas.
Amo y respeto a las mujeres fuertes que conozco; sin embargo, me doy cuenta que tengo una obligación como hombre y como padre para guiar a la generación de jóvenes a un futuro mejor.
Mi responsabilidad es ayudar a los hombres a madurar un poco más rápido de lo que yo madure, de lo contrario perderemos la batalla el encarcelamiento generacional. –Traduccion por Tare Beltranchuc Y Marco Villa
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