Por Oscar Aguilar Periodista
Los programas en español son fundamentales para la rehabilitación de la comunidad latina en la prisión de San Quentin.
Pablo Ramírez de 54 años de edad, quien cumple una sentencia de 34 años a cadena perpetua, llegó de la prisión de Solano a la prisión de San Quentin en el 2013.
Ramírez ha aprovechado al máximo los programas en español que se ofrecen en San Quentin. Él piensa que estos programas están diseñados pare enseñar a las personas a pensar positivamente y regresarlos a la sociedad rehabilita- dos.
“Los programas me han ayudado a entender cómo llegué hasta el punto de cometer un crimen. También me ayudan a comprender que los pensamientos negativos vienen de la cultura machista”, dijo Ramírez.
Ramírez dice que las ex- presiones que significan falta de respeto no necesariamente tienen que generar una reacción violenta “He aprendido que mi validación viene des- de adentro hacia fuera y no de afuera hacia adentro,” dijo Ramírez.
“El programa que más me ayudó fue Trasformando la Ira en Poder (conocido en inglés como GRIP) porque me ayudó a identificar las sensaciones de mi cuerpo, las emociones, pensamientos y a tomar mejores decisiones,” dijo Ramírez.
Ramírez dice que la comunidad hispana debe aprovechar los programas ofrecidos en San Quentin ya que estos les puede ayudar a vivir de una manera más positiva y prepararlos para regresar a la sociedad de una mejor manera.
Martin Gómez, de 52 años y originario de Michoacán, México, cumple una sentencia de 50 años a cadena perpetua. Piensa que los programas son buenos porque ayudan a las personas a cambiar la mentalidad negativa y a valorar a las personas.
“He Participado en cinco programas de español y pienso que vale la pena porque me han ayudado a conocerme, a lidiar con mis emociones y a reaccionar en vez de actuar, Además hacen sentir a las personas que valen mucho, y las personas que vienen a dar las clases no los miran como presos sino como (seres humanos)”, comento Gómez.
Ramírez y Gómez dicen que sería de mucha ayuda que programas de rehabilitación como los que se ofrecen en San Quentin fueran accesibles también en las escuelas, ya que podrían ayudar a los jóvenes a saber cómo enfrentar situaciones que les podrían llevar a la violencia. También les ayudarían a sentir compasión y empatía por las personas que atraviesan por problemas de ira.