Empresas usan mano de obra barata en cárceles de Perú y Tailandia.
Una empresa de ropa danesa lanzó al mercado en el 2016 una línea de prendas llamada Carcel.
Esta línea de ropa debe su nombre al hecho de que las prendas son hechas por mujeres encarceladas en prisiones de Tailandia y Perú.
De acuerdo a un artículo publicado por Vox, esta empresa en Europa no se avergüenza de anunciar que las prendas son hechas en cárceles.
Vox citó comentarios de la revista de modas Vogue, que afirmó que en Perú la empresa danesa “está ayudando a las trabajadoras peruanas a encontrar su independencia”.
Otra revista, I-D Vice aplaudió a la marca Carcel por darle a las mujeres encarceladas “una vida decente, un poco de dignidad, y la oportunidad de romper el círculo de pobreza y tráfico de drogas”, según reportó Vox.
Sin embargo, Carcel ha recibido un torrente de críticas en las redes sociales por parte de personas que cuestionan las prácticas de la empresa y las tachan de explotadoras.
Ante esos comentarios Carcel mantiene su postura y alega que “le está dando oportunidades a mujeres marginalizadas que de otra manera no podrían tenerlas”, citó Vox.
El pago que reciben las trabajadoras peruanas fluctúa entre los 650 a 1100 soles por mes, equivalentes a entre $180 a 329 dólares por mes. De esa cantidad, la prisión deduce un 10% de los salarios y las prisioneras se quedan con una pequeña porción del pago. El resto del dinero va a las cuentas de banco de familiares.
Vox reportó que un “suéter hecho en Perú cuesta $350 dólares, mucho más de lo que les pagan a la costureras en un mes”.
Vox reportó que en un blog de la compañía se explicó que el costo de producir un suéter de lana es de aproximadamente $99.40 dólares, una cifra mucho menor al precio final del suéter. El blog fue borrado del internet.
La ganancia es contradictoria con el análisis de la propia empresa, según el cual su margen de ganancia es de solo 2.8%.
En el 2018 la empresa entró al mercado asiático en la prisión para mujeres in Chiang Mai, Tailandia.
En esta prisión las mujeres encarceladas fabrican faldas de seda con la marca Thai-made. Producir una de estas prendas según la empresa le cuesta $75.30 dólares, y el precio al mercado es de $283 dólares. La ganancia neta es de aproximadamente 375%.
En las redes sociales se siguecuestionandolasprác- ticas de la empresa.
Un usuario en Facebook escribió, “Esto es como renombrar y mercantilizar la justicia social, tomando la estética de su lenguaje y usándola para vender ropa”, reportó Vox.
“Carcel ha sido comparada con diferentes anuncios de publicidad como Pepsi en Black Lives Matter, la cual ha usado mercadería similar para aumentar su publicidad y ganancias”, dijo el usuario de Facebook citado por Vox.
Los críticos no cuestion- an el que la compañía use mano de obra de encarceladas, el problema es cuánto les pagan. Esto no ayuda a aliviar la pobreza en países como en Perú o Tailandia sin abordar las causas “La criminalización por pobreza es la razón por la que (empresas como Carcel existen”, dijo otro usuario de redes sociales citado por Vox.
Muchos de estos críticos alegan que aunque las intenciones de Carcel parecen ser buenas, los problemas de pobreza y encarcelamiento masivo no se pueden resolver por empresas privadas usando mano de obra carcelaria, especialmente cuando estos no son dueños de los frutos de su trabajo.
El artículo remarca que algunos problemas como la pobreza, la desigualdad y el encarcelamiento masivo son el resultado de un sistema económico y socialque necesita cambiar el rumbo para enfocarse en el bienestar de todos.