
El mandatario de EE.UU., usó una antigua ley de 1798. La Ley contra Enemigos Extranjeros, como excusa para deportar a cientos de inmigrantes Venezolanos y Salvadoreños a la Mega prisión llamada Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador, Conocida como El Hoyo Negro.
Entre éstos deportados se encuentra Kilmar Ábrego García, quien fue directamente deportado y encarcelado en esta prisión.
De acuerdo al reporte de BBC-American Latina, el cinco de abril- los deportados fueron identificados como terroristas por ser supuestos miembros de la banda criminal Venezolana Tren de Aragua y con 23 supuestos miembros de la pandilla Mara Salvatrucha (MS13); hasta el momento la Casa Blanca no se ha pronunciado al respecto, a pesar de dichas deportaciones sin aportar pruebas de vinculación criminal.
ICE está usando como herramienta principal para la detención, el arresto y deportación de inmigrantes, por el solo hecho de tener tatuajes, haciendo de ellos un objetivo. Resultando en este mandato, un crimen el haberse tatuado, y ahora son fichados como criminales, cuando la realidad es que, son personas sin ningún récord criminal en el sistema .
García, a temprana edad salió huyendo de su país debido a la violencia de las pandillas. En ese entonces (2006) miembros de éstas organizaciones lo habían atacado y amenazado de muerte, una táctica común para extorsionar a los padres de familia. Debido a éstas circunstancias, la Corte de Migración le habían otorgado una “protección contra la deportación”, en este país.
Un alto funcionario de EE.UU. reconoció que la deportación del Salvadoreño se trató de “un error administrativo”, ante un tribunal federal en Maryland.
El pasado cinco de abril, BBC anunció que la jueza Paula Xinis ordenó que García debía ser regresado a los EE.UU., a más tardar el siete del mismo mes. Sin embargo, la administración de Trump apeló esta decisión a la Corte Suprema de los EE.UU., argumentado que esa orden excede tanto el poder de la jueza como el del gobierno de EE.UU., pues García se encuentra ahora bajo la custodia del gobierno Salvadoreño. La Corte Suprema ordenó que se suspendiera la orden judicial de regresar a García.
“Estamos sobre la marcha, enfrentado de nuevo un momento en la historia donde la tiranía racial es imperdonable, y la gente de buena conciencia se encuentran en una lucha que terminara tan rápido como empezó, si no es reconocido por lo que es”, comentó Kelton Oconnor residente de SQ.
Abner Oliveros otro residente de SQ, salió de su país natal Guatemala. Buscando protección con su hijo de 14 años después que su esposa falleciera en un accidente.
“Yo entré a los EE.UU., por asilo político con mi hijo. Debido a las amenazas [de] mis cuñados por la reciente muerte de mi esposa”, dijo Olivero. Las personas que no han cometido ningún delito, no deberían de estar encerradas, especialmente en países extranjeros. El presidente de EE.UU. debería honrar el procedimiento legal de este país, antes que deporten a la gente.
Acorde a lo a lo escrito por la cadena BBC América Latina, los familiares de estas personas reclaman que sus seres queridos no están afiliados en grupos criminales, además de cuestionar los lineamentos legales del gobierno de EE.UU. para acusar a dichas persona sin pruebas suficientes.
Immigrant wrongly exiled between controversy and politics
The US president used an old law from 1798, the Alien Enemies Act, as an excuse to deport hundreds of Venezuelan and Salvadoran immigrants to the mega-prison called the Terrorism Confinement Center (Cecot) in El Salvador, known as The Black Hole.
Among these deportees is Kilmar Ábrego García, who was immediately deported and imprisoned in this prison.
According to a BBC-American Latina report, on April 5, the deportees were identified as terrorists, alleged members of the Venezuelan criminal gang Tren de Aragua, and 23 alleged members of the Mara Salvatrucha (MS13) gang. To date, the White House has not commented on the matter, despite these deportations providing no evidence of criminal involvement.
ICE is using tattoos as its primary tool for detaining, arresting, and deporting immigrants simply for having tattoos, targeting them. This mandate has resulted in the fact that tattooing is a crime, and they are now being classified as criminals, when in reality, they are people with no criminal record in the system.
García fled his country at a young age due to gang violence. At that time (2006), members of these organizations had attacked him and threatened to kill him, a common tactic to extort money from parents. Due to these circumstances, the Immigration Court had granted him “protection from deportation” in this country.
A senior US official acknowledged that the Salvadoran’s deportation was considered an “administrative error” before a federal court in Maryland.
On April 5, the BBC announced that Judge Paula Xinis ordered that García be returned to the US no later than the 7th of the same month. However, the Trump administration appealed this decision to the U.S. Supreme Court, arguing that the order exceeds both the judge’s and the U.S. government’s powers, as García is now in the custody of the Salvadoran government. The Supreme Court ordered a stay of the court order to return García.
“We are on the move, once again facing a moment in history where racial tyranny is unforgivable, and people of good conscience find themselves in a struggle that will end as quickly as it began if it is not recognized for what it is,” said Kelton OConnor, a SQ resident.
Abner Oliveros, another SQ resident, left his native Guatemala seeking protection with his 14-year-old son after his wife died in an accident.
“I entered the U.S. for political asylum with my son due to threats from my brothers-in-law regarding my wife’s recent death,” said Olivero. People who have committed no crime should not be locked up, especially in foreign countries. The US president should honor this country’s legal process before deporting people.
According to BBC Latin America, the families of these individuals claim that their loved ones are not affiliated with criminal groups, in addition to questioning the US government’s legal guidelines for accusing such a person without sufficient evidence.