El sistema de justicia criminal necesita poner mas atención al impacto que sufren los niños cuando sus padres son enviados a la cárcel o a la prisión, sugirió un reporte que promueve los derechos de los niños.
“Cuando tenía 16 años de edad, la policía llegó y entró a la fuerza pateando la puerta y se llevó a mi mamá”, “me dijeron, llama a alguien para que te cuide”, “estaban tan ocupados tratando de llevársela, que ni siquiera se preocuparon por mi”.
De acuerdo al reporte del San Francisco Children of Incarcerated Parents Partnership, el 70% de los niños tuvieron su primera interacción con el Sistema de Justicia Criminal cuando presenciaron el arresto de uno de sus padres o al observar cómo sus padres fueron esposados. El otro 30% presenció el arresto de sus padres a punto de pistola.
Para proteger los derechos de los niños afectados, la asociación del grupo de apoyo Friends Outside ha recopilado una ley de los derechos de los niños con padres encarcelados (Children of Incarcerated Parents Bill of Rights).
“Desde que tenía 4 años he vivido más tiempo con mi abuelita”
Estos grupos de apoyo recomiendan hablarles con la verdad sobre la situación legal de sus padres.
El reporte añadió, “los adultos frecuentemente tratan de proteger a sus hijos de realidades problemáticas al darles vueltas al asunto u ocultarles la verdad. Sin embargo, cuando los trabajadores sociales, la policía, los familiares u otras personas mienten sobre el arresto o encarcelamiento de alguno de sus padres, existe la probabilidad que los niños experimenten vergüenza, confusión y desconfianza”.
A los niños se les debería dar una explicación de acuerdo a su edad y nivel de entendimiento; también, se les debería dar la oportunidad de expresar sus puntos de vista y sentimientos acerca de la situación familiar.
Amanda de 16 años de edad mencionó, “Toda la vida, mi madre a estado entrando y saliendo de la cárcel por robo, posesión de drogas y falsificación. Nunca conocí a mi padre, él también a estado entrando y saliendo de la prisión”, “desde que tenía 4 años he vivido más tiempo con mi abuelita. Siempre lloraba cuando mi madre se iba”.
“Me he acostumbrado a ver a mi madre entrar y salir de la prisión que se me hace difícil llorar”.
La recomendación del reporte es facilitar el acceso a terapeutas especializados, consejeros, o mentores debido a que muchos de estos niños sufren de problemas tales como: abandono, ausencia paternal, temor a la autoridad, inconformidad en un ambiente institucional, dificultades para formar relaciones basadas en la confianza.
El reporte mencionó que “los niños necesitan tener acceso a terapeutas o a un adulto con la experiencia o el entrenamiento apropiado para ayudarlos a superar estas barreras”.
El reporte también sugirió que las prisiones o las cárceles asignaran a un coordinador de servicios familiares, ya que los padres encarcelados tienen dificultades para coordinar las visitas de sus hijos.
El reporte sugirió que el contar con una persona que se encargue de tramitar y apoyar la reunificación entre padre e hijo podría ayudar a que estos padres no regresen a la prisión. Al mismo tiempo se estaría ahorrando en asistencia social.
Malcolm enfatizó, “No recuerdo los dos primeros años del encarcelamiento de mi madre, pero recuerdo que pasé mucho tiempo sin poderla mirar”.
“Después de dos años, empezamos a visitar a nuestra madre. Primero fue una vez al mes, luego dos veces al mes. Mi madre siempre encontraba personas que nos llevaran a las visitas y aprovechábamos cada visita al máximo”.
Malcolm indicó, “Nuestra madre trataba de tener un poco de privacidad para platicar con cada uno de nosotros. Se esforzaba para que las tres horas de visita fueran productivas.
Más del 60 % de los padres en la prisión, se encuentran a 100 millas de distancia del hogar. Los presos que tienen visitas con regularidad, son seis veces menos probables de regresar a la prisión una vez que son liberados.
El reporte concluyó, que para crear fondos que apoyen estos proyectos, cada estado y gobierno federal debería distribuir 5% de su presupuesto para apoyar a las familias de los prisioneros durante su encarcelamiento y después de ser liberados.
Esta inversión muy probablemente ayudará a que los padres no regresen a la prisión y a disminuir la tasa de encarcelamiento de una generación a otra.
—Traducción por Marco Villa y Taré Beltranchuc