La población femenina encarcelada, esta casi siete veces más alto en comparación al año 1980. Ya que, entre los años 1980 y 2022, el número de mujeres encarceladas aumento más del 585%, aumentando de un total de 26,326 reas en 1980, a 180,684 reas en 2022.
En los últimos 40 años, en EE.UU., ha habido un profundo cambio en el desarrollo de las mujeres dentro del sistema legal criminal. Este el resultado de los esfuerzos al cumplimiento de las leyes, siendo más rígidas contra las drogas, barreras para la reinserción a la sociedad que afecta únicamente a las mujeres post-delincuente. De acuerdo al reporte de The Sentencing Project.
Según las estadísticas en 2022, de acuerdo al Sistema de Correccional de EE.UU., han mostrado una cifra alrededor de 975,000 mujeres bajo el sistema criminal; de las cuales 87,784 se encuentran en prisiones (estatales/federales), 92,000 más se encuentran en cárceles pertenecientes a los condados, otras 717,811 se encuentran bajo libertad en aprobación (probation) y por último 76,870 más se encuentran bajo libertad de “parole”.
Aunque hay mucho más hombres en las prisiones que las mujeres, el porcentaje del crecimiento de éstas ha sido dos veces más alto de lo que es para los hombres desde 1980.
Un dato más, que se muestra en las estadísticas desde el año 2000 al 2022, es que ha habido un decremento de mujeres encarceladas, distinguidas por raza y etnia. Las mujeres de tez morena conservaban una población de 205% por 100,000 personas en el año 2000 y en el año 2022 esa población encarcelada bajó a un 64% por 100,000 p., teniendo así un decremento poblacional del 69% en 22 años. Las mujeres de etnia Latina, tenían un 60% por 100,000 p. en el año 2000 y en el año 2022 la población se redujo a un 49% por 100,000 p., dando un decremento total del 18% en 22 años.
A diferencia de las mujeres Americanas de tez blanca, que contaban con un 34% por 100,000 p. en el año 2000, aumentaron su población del 34% a 40% por 100,000 p. teniendo un incremento total del 18% más en 22 años, indico el reporte de The Sentence Project
Los datos estadísticos destacan que entre 1980-2022, se ha comprobado que hay muchos hijos en las comunidades sin sus madres y son criados por parientes.
Residentes del Centro de Rehabilitación de San Quentin, reconocen que muchas de éstas mujeres encarceladas son madres.
“La madres encarceladas, siguen siendo madres. No importa a que prisión lleguen”, dijo Willie Sherman. “Yo siento que todos los días, debe ser el Día las Madres. Sin una mujer, el hombre no estaría en el mundo”.
Juan Carlos Rubín, un voluntario de la organización de Dar para Dar “Give to Give”, cree que la madres encarceladas tienen un amor incondicional a sus hijos. Y por tanto, deben de perdonarse ellas misma y luego pedir perdón a sus hijos.
Otro residente de SQ, Luis Orozco compartió que “los prisioneros deberíamos ponernos en los mismos zapatos de las mujeres encarceladas, ellas también son seres humanos que han cometido los mismos errores que los hombres encarcelados”.
“Las personas encarcelas, le[s] está haciendo falta […] lo que es más importante para ellas, así como yo, estoy lejos de mis hijos”, dijo Natalia Varela durante una visita a San Quentin. “Sepan que los seres humanos nos podemos equivocar, pero que, realmente aprendemos de nuestros errores para llegar a ser más poderosas, inspiradoras, empoderadas y capaces de volvernos con mucha humildad. Y que todos merecemos una segunda oportunidad cuando somos capaces de reconocer y aprender.”
– Escritor Contribuyente, Miguel Angel Hernández
Statistics on women incarcerated in the US
The female incarcerated population is almost seven times higher than it was in 1980. Between 1980 and 2022, the number of incarcerated women increased by more than 585%, rising from a total of 26,326 inmates in 1980 to 180,684 inmates in 2022.
Over the past 40 years in the U.S., there has been a profound shift in the status of women within the criminal justice system. This is the result of law enforcement efforts, which have become more stringent against drugs, and barriers to reintegration into society that only affect post-offending women. According to a report by The Sentencing Project,
According to 2022 statistics from the U.S. Correctional System, there were approximately 975,000 women in the criminal justice system. Of these, 87,784 are in prisons (state/federal), 92,000 more are in county jails, another 717,811 are on probation, and finally, 76,870 more are on parole.
Although there are far more men in prison than women, the percentage growth for women has been twice as high as for men since 1980.
Another fact, shown in the statistics from 2000 to 2022, is that there has been a decrease in the number of incarcerated women, distinguished by race and ethnicity. Brown-skinned women maintained a population of 205% per 100,000 people in 2000, and by 2022, that incarcerated population had dropped to 64% per 100,000 people, resulting in a population decline of 69% over 22 years. Latinas accounted for 60% per 100,000 people in 2000, and by 2022, their population had dropped to 49% per 100,000 people, resulting in a total decline of 18% over 22 years.
Unlike white American women, who accounted for 34% per 100,000 people in 2000, their population increased from 34% to 40% per 100,000 people. With a total increase of 18% over 22 years, The Sentence Project report indicated.
Statistical data highlights that between 1980 and 2022, it has been proven that many children in communities are without their mothers and are raised by relatives.
Residents of the San Quentin Rehabilitation Center recognize that many of these incarcerated women are mothers.
“Incarcerated mothers are still mothers. It doesn’t matter what prison they end up in,” said Willie Sherman. “I feel that every day should be Mother’s Day. Without a woman, a man wouldn’t be in the world.”
Juan Carlos Rubin, a volunteer with the Give to Give organization, believes that incarcerated mothers have unconditional love for their children. Therefore, they should forgive themselves and then ask their children for forgiveness.
Another San Quentin resident, Luis Orozco, shared that “prisoners should put themselves in the same shoes as incarcerated women. They are also human beings who have made the same mistakes as incarcerated men.”
“Incarcerated people are missing […] what is most important to them, just like me; I am far from my children,” said Natalia Varela during a visit to San Quentin. “Know that human beings can make mistakes, but that we truly learn from our mistakes to become more powerful, inspiring, empowered, and capable of returning with great humility. And that we all deserve a second chance when we are able to recognize and learn.”
– Contributing Writer, Miguel Angel Hernández
