Un programa de sentimientos y necesidades no es algo que esperarías encontrar en una prisión para criminales rudos, pero este ha hecho una diferencia en la vida de muchos hombres. Comunicación No violenta o CNV, una clase de un ano que ha estado corriendo en San Quentin por casi 16 años, le ayuda a los participantes desarrollar un sentido personal que puede enriquecer sus vidas a través de la comunicación efectiva.
La prisión es uno de esos ambientes donde la gente tiene que interactuar. Los reos tienen que acostumbrarse a una variedad de arreglos de hogar como una celda más pequeña que un criadero de perros y dormitorios que parecen mercados de pulgas. Encima de vivir en esas condiciones, los reos también tienen que compartir la celda con gente con complejos y asuntos de salud mental.
“El programa me ha dado una voz. Yo no sabía cómo comunicarme porque no sabía cómo explicar lo que necesitaba,” dijo Jesús Pérez, un asistente de los estudiantes. “Me gusta aprender a identificar las necesidades de tras de las peticiones de las personas porque en veces los alborotos emocionales pueden ser aplastantes, pero esconden una necesidad.”
Comunicación No violenta les enseña a los participantes como reconocer sus emociones y tomar responsabilidad por ellas; aprenden que nadie puede hacerlos sentir algo. El programa también les ayuda a los estudiantes a construir y reparar relaciones con ayudarlos a entender las necesidades personales que los motivan a ellos y a otros. Por medio del programa los estudiantes profundizan su entendimiento de cómo su pasado ha contribuido a sus reacciones y respuestas en la vida, y el impacto de sus acciones en las vidas de otros.
“CNV me cambio. Me ha ayudado a tratar con muchos asuntos especialmente mi coraje,” dijo Faheem, otro asistente de los estudiantes. “No soy el mismo hombre que era hace unos años.”
De acuerdo a la filosofía de la clase, muchas personas luchan por identificar y entender las necesidades básicas, que si no se cumplen, pueden llevar a comportamiento negativo y malentendidos. Necesidades pueden ser emocionales y físicas; por ejemplo, un niño que se va a la escuela con hambre esta menos preparado para poder concentrarse en la clase y estará más propenso a alborotos emocionales. Los sentimientos son síntomas de la necesidad, sustancia.
La clase le enseña a los estudiantes como identificar sus emociones y las necesidades de tras de ellas para poder expresarse en una manera constructiva y simple de cumplir.
Durante las reuniones de los grupos, los participantes son expuestos a dramatizaciones de escenas de la vida real que demuestran como entendiendo las emociones alteradas de otros puede facilitar comunicación que enriquece ambos involucrados.
Sharran Zeleke, la coordinadora de Comunicación No Violenta, anima a su clase a participar en ejercicios de parejas para hablar de asuntos personales y criar conexión y comunidad.
Los ejercicios preparan a participantes que diario son confrontados con las incertidumbres de la vida. Los participantes aprenden tres opciones para conectar y responder:
Los participantes pueden encontrar conexión personal, lo cual es cimentarse en sus propias necesidades y el entendimiento de sus sentimientos.
Los participantes pueden expresarse considerando los sentimientos y necesidades de la otra persona.
Los participantes pueden enseñar empatía, validando sus necesidades y las de la otra persona.
La clase reta a sus participantes a salir de su zona de confort, hacer preguntas que pueden aclarar malentendidos, y finalmente llegar a un punto de empatía lo cual es la manera más ideal de encontrar conexión con uno mismo y otros.
“Es imposible hacer un ‘No hagas,’” dijo Sheila Menezes, quien ha patrocinado el programa por tres años y ha estado viviendo los principios de Comunicación No Violenta por ocho. “‘No seas desconsiderado’ es imposible porque no me estás diciendo que significa ser considerado para ti.”
Participantes aprenden a identificar sus propias necesidades para poder comunicarse efectivamente.
“Yo no sabía que la gente no puede darme lo que no pido claramente,” dijo Pérez.
Estudiantes desarrollan la habilidad de pensar de una manera crítica, como distinguir entre lo que está pasando en realidad y lo que ellos se están diciendo que está pasando.
“Este programa de verdad te hace parar y pensar en lo que está detrás de las palabras de la otra persona en lugar de envolverte en tus propios pensamiento,” dijo Timoteo Holmes, preso por primera vez con vida y participante en CNV.
Pero para algunos hombres explorando la dinámica de la conexión humana por medio de la inteligencia emocional puede ser una experiencia incomoda.
Temprano en el año hubo una discusión en la clase acerca de la necesidad de expandir la clase de las 4:30 a las 5:00 de la tarde. Resulta que se convirtió en un debate ardiente porque algunos hombres estaban bajo la impresión que era otro intento del gobierno al control. Pero solo era una necesidad del programa para que los participantes pudieran acumular las horas necesarias para beneficiar de los créditos de rehabilitación y recibir sus dos semanas de reducción por medio de la Proposición 57.
“Nuestro pasado tiene una manera de distorsionarnos la realidad,” Sheila dijo. “Todos tenemos un punto de referencia por el cual vemos el mundo. En veces esa perspectiva nos impide crecer y conectar con la humanidad de otros porque nos aferramos al pasado y nuestro dolor.”
Carlos Moreno, un estudiante en el programa, dijo que la prisión te obliga a apagar tus sentimientos para sobrevivir. Los sentimientos son vistos como una señal de debilidad.
“Pero ahora entiendo la importancia de permitirme sentir,” él dijo. “Es lo que me hace humano.”
–Jesse Vaquez
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