La Revolución Mexicana fue un movimiento armado iniciado en 1910 para terminar la dictadura de Porfirio Díaz, la cual culminó oficialmente con la promulgación de la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.
Porfirio Díaz gobernó México desde 1876 a 1911. Durante este período el poder estuvo en manos de un grupo pequeño de personas encabezadas por Díaz. Este tiempo se caracterizó por la inconformidad y desigualdad social en los sectores más pobres.
Díaz intentó imponer la paz en el pueblo mexicano que estaba harto del desorden y la guerra. Con mano dura, Porfirio Díaz eliminó las diferencias de opiniones sobre asuntos de política, y se dedicó a mejorar el funcionamiento del gobierno. A pesar que no se logró la paz total, Díaz consiguió mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública. Con el orden, aumento el trabajo y se logró el desarrollo económico. Con los recursos del país, los empresarios podían obtener buenas ganancias. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, el descontento fue creciendo por la miseria en que vivía la mayoría de la gente pobre y porque Díaz tenía demasiado tiempo en el poder.
México tuvo un crecimiento económico nunca antes visto. Desafortunadamente, el desarrollo económico favoreció a unos cuantos mexicanos y extranjeros quienes podían obtener permisos para explotar los recursos del país. Este grupo selecto compró enormes porciones de tierras deshabitadas y sin cultivar. Esto creo una notable desigualdad entre los ricos y los pobres.
Los indígenas y la mayor parte de los habitantes del campo se vieron obligados a trabajar como peones en las haciendas al perder sus tierras. Estos trabajos eran mal pagados y los trabajadores tenían poca libertad. El poco dinero que ganaban lo gastaban en las tiendas propiedad de los propios patrones, quienes vendían todo más caro.
Uno de los momentos más culminantes hacia la revolución sucedió cuando en 1910, Porfirio Díaz afirmó que México ya estaba preparado para tener elecciones libres, dándoles así la oportunidad a nuevos candidatos para que compitieran por la presidencia de la República. Lamentablemente, Díaz cambio de opinión y se reeligió una vez más.
En las elecciones de 1910, el principal candidato opositor a Porfirio Díaz era Francisco I. Madero. A pesar de estudiar en el extranjero y no tener dificultades económicas, Madero sabía que muchos mexicanos vivían en condiciones de extrema pobreza y estaba profundamente preocupado por los problemas nacionales. Madero creía en la democracia y en la necesidad de renovar el gobierno de acuerdo con las leyes. Durante su campaña, Madero viajó por todo el país explicando sus ideas políticas, las cuales crearon gran interés en las elecciones de 1910. El éxito de su campaña lo convirtió en un peligro para el gobierno de Porfirio Díaz, quien lo mando a detener y encarcelar en San Luis Potosí. Poco después, mediante el pago de una fianza, salió de la cárcel y escapo a los Estados Unidos, donde publicó el Plan de San Luis potosí.
En ese documento, Madero denunció la ilegalidad de las elecciones y desconoció a Porfirio Díaz como presidente. Madero se auto declaró presidente provisional, hasta que se realizaran nuevas elecciones y prometió devolver las tierras a las personas que injustamente se les había despojado. Madero exigió que se defendiera el voto efectivo y la no reelección de los presídentes. También convocó a un movimiento armado en todo el país, el domingo 20 de noviembre de 1910, con el objetivo de derrocar la dictadura de Porfirio Díaz.
El pueblo respondió a este llamado. Por el lado norte, el legendario Francisco (Pancho) Villa, cuyo nombre real era Doroteo Arango Arambula, se unió a la lucha. En este movimiento armado sobresalieron sus aptitudes como excelente estratega, derrotando a las fuerzas de Díaz en varios frentes. Mientras tanto, por el lado del sur Emiliano Zapata se unía a Madero encabezando a los campesinos del estado de Morelos a reclamar sus derechos sobre la tierra. El movimiento en contra de Porfirio Díaz tuvo una duración de seis meses y el 21 de mayo de 1911 renunció a su cargo como presidente de México. Posteriormente Díaz se embarcó rumbo a Francia, en donde murió el 2 de julio de 1915, en la ciudad de Paris a los 84 años de edad.
Para junio de 1911 Madero toma la presidencia de la república, pero a los dos años de su gobierno es traicionado y asesinado por Victoriano Huerta, quien era uno de sus colaboradores. En febrero de 1913, Victoriano Huerta se nombra presidente de México y dirige al país hasta el año de 1916. Posteriormente, Villa, Zapata y Venustiano Carranza inconformes con la forma en que Huerta dirigía al país, se levantaron en armas y lo derrotaron. De esta manera Venustiano Carranza asumió la presidencia de 1916.
A finales de 1916, los revolucionarios se reunieron en Querétaro para reformar la Constitución de 1857. A pesar que la nueva Constitución se promulgó el 5 de febrero de 1917, en algunas regiones de México la guerra continuó hasta 1920. La nueva Constitución declara que la educación primaria debe ser obligatoria y gratuita. Además, debe ser ajena a toda doctrina religiosa, para garantizar la libertad de cultos. Así mismo, estipula que las riquezas del suelo, el subsuelo, las aguas y mares de México son de la nación. Esto hizo posible controlar la actividad de las compañías mineras y petroleras, así como el reparto de la tierra de las grandes haciendas entre los campesinos. Esta Constitución agregó grandes reformas laborales. Estableciendo que la duración del trabajo diario no debe ser más de ocho horas y un día de descanso obligatorio a la semana. También Prohíbe que las mujeres y los niños se ocupen de labores inadecuados para su sexo y su edad. Además reconoce que los trabajadores tienen derecho a formar sindicatos y hacer huelgas.
La Constitución de 1917 es la que nos rige, sin embargo, ha sido reformada muchas veces para adaptarla a las circunstancias, que cambian con el tiempo, pero sus principios siguen normando la vida de México.
By Tare Beltranchuc